Cuéllar, RZS y Zamora de Claver se fusionan en un despacho en el que se integran Ricardo Astorga y José Manuel García-Quílez.
En los últimos dos meses se ha fraguado una fusión a cuatro bandas en el sector jurídico sevillano. Lo ha protagonizado un grupo de bufetes -con arraigo en la plaza- que ha logrado acerse con una cartera de clientes relevantes en una ciudad donde las grandes firmas pisan fuerte desde hace ya muchos años. Los catalizadores de este movimiento han sido Ricardo Astorga (discípulo de Francisco Ballester) y José Manuel García-Quílez (que inició su carrera de la mano de Bores). En la ecuación figuran RZS (el despacho de Javier Romero y Jerónimo Zamora) Cuéllar (a cargo de los hermanos Adolfo y Miguel) y Zamora de Claver (firma con sede en Madrid, Zaragoza y Sevilla, que se ha hecho célebre por ganar la impugnación de los bonistas de Abengoa). En total, han alumbrado un despacho de más de sesenta profesionales que tendrá sus cuarteles generales en el Edificio Insur (en la avenida Diego Martínez Barrios).
¿Qué une a estos abogados? García-Quílez, Astorga, Cuéllar y Romero son profesores asociados en el departamento de Mercantil de la Universidad de Sevilla desde hace décadas. Pero si barajamos de nuevo estos apellidos, también sale a colación el caso Real Betis (Cuéllar y los dos «ex» de Montero han estado enfrentados en el pleito penal, y Romero ha participado en la vía Mercantil). El primer reto de esta nueva empresa legal está de puertas hacia dentro. Aunque los protagonistas de la fusión se conocen bien desde hace años, uno de los grandes desafíos será lograr verdaderas «sinergias» entre marcas y profesionales acostumbrados a funcionar de manera autónoma. En determinadas esferas del mundo jurídico es muy compleja la gestión de «egos» y el reparto ordenado de papeles -y minutas- para forjar una sólida imagen de marca que esté por encima de los apellidos.
Si logran armar una buena organización, el segundo reto es el «mercado exterior», y ahí el nombre que le han puesto al nuevo bufete es toda una declaración de intenciones: la firma se llamará Zurbarán Abogados, dado que la oficina en Madrid de Zamora de Claver se sitúa en la calle consagrada al pintor extremeño. Sevilla es una plaza muy trillada en la que es difícil crecer de forma significativa con nuevos clientes, así que el nuevo bufete ha puesto decididamente el foco en la capital de España (y es inevitable recordar que Ricardo Astorga ha sido uno de los artífices del éxito que ha cosechado Montero Aramburu en Madrid).
Una fusión de estas características en un mercado como el hispalense tiene, sin duda, una clara relevancia. Sus protagonistas -con una media de edad que ronda los cincuenta años- estaban en el momento profesional decisivo para dar un paso que les permita subir de escala. Y si la unión sirve para ganar peso específico fuera de Sevilla y generar «masa crítica» en esta ciudad, habrá además que desearles suerte.
Fuente: Luis Montoto. Tratos y Contratos. ABC Sevilla. 23 septiembre 2018.